El surf es uno de esos deportes que transmiten sensaciones a aquellos que lo practican dificilmente narrables. Si bien, como se detalla a continuación, se han creado incluso vocablos para explicarlas, nada es mejor que probar en nuestras propias carnes que se siente cuando nos deslizamos sobre las olas. Tal y como define el término anglosajón, desde ese momento estaremos "stoked": locos por el surf. Aunque nadie sabe a ciencia cierta exactamente cuando y dónde se inicia la
práctica del surf, si se tiene conocimiento que en las denominadas islas Sandwich (posteriormente Hawaii), a las que arribó James Cook en 1.776, este pudo observar que los nativos vivían para la práctica de este deporte. Por otro lado en el Norte de Perú, las culturas locales dejaron trazas que muestran a hombres remontando olas. Los Huacos son ceramicas pre-incaicas y en uno de ellos se muestra claramente a un hombre sobre un madero o algo similar en actitud de deslizarse sobre una ola. Esto indicaría que todo comenzó en America del Sur... pero fueron los Polinesios en sus constantes travesías entre islas los que, algunos siglos mas tarde, llevarían la costumbre de deslizar olas hasta lugares como Hawaii.
No cabe duda de que durante siglos, el antiguo deporte del "he'e nalu", que se puede traducir como “deslizamiento sobre olas”, fue practicado y perfeccionado por el pueblo hawaiano, ya que entre otras cosas se consideraba que era una prueba de gran valor el hecho de surfear en las grandes olas del archipiélago y servía para, por ejemplo, la resolución de disputas.
De hecho, era tal la repercusión social del surf en la sociedad hawaiana, que éstos tenían una palabra apropiada, hopupu, para referirse al estado de emoción intensa que se siente respecto a algo. Según un manuscrito del siglo XIX, redactado por un hawaiano llamado Kepelino Keauokalani a cerca de las costumbres ancestrales de su pueblo, hace mención a que “durante el mes de noviembre, que en hawaiiano se denomina “ikuwa” o mes de temporales, los hawaiianos se volvían particularmente hopupu.
La veneración a la que se llegaba en Hawai por el surf, empezaba incluso antes de que se diseñara la tabla. El primero de los preceptos que se debían observar era el del árbol adecuado para la construcción, ya que solamente eran “válidos” tres árboles: el wiliwili, el ulu y el koa.
Una vez que el árbol era seleccionado, un maestro constructor, cuya herramienta durante todo el proceso iba a ser un hacha de piedra, horadaba con ésta un agujero entre las raíces del árbol e introducía en este un pescado, mientras rezaba una oración como ofrenda a los dioses por el árbol que iba a emplear para construir y transformar en una tabla de surf.
Tras este ritual, se cortaba el tronco con el hacha de piedra y se tallaba en las dimensiones deseadas por el que iba a ser propietario. En el momento que el tronco tenía las dimensiones deseadas, se llevaba a la playa y se finalizaba dentro de un halau, que era el lugar donde se guardaban las canoas para la pesca. Se pulía, a fin de dar un aspecto delicado y facilitar el deslizamiento en el agua, con un coral granulado llamado pohaku puna y con una piedra tosca llamada oahi.
Para finalizar el proceso, la raíz del árbol empleado para la construcción, llamada mole ki, se usaba para dar un lustre oscuro y protector a la tabla, si bien se empleaban también el carbón de leña de pandanus o los jugos de plátanos sin madurar. La puntilla era la aplicación de un aceite de nuez de kukui; una vez que se había secado, se podía considerar finalizado el proceso.
La época oscura del surf.
Con la llegada de los occidentales a Hawaii, llegaron los misioneros, que vieron en la práctica de este deporte fenómenos sociales decididamente "no cristianos". Consideraban que exacerbaba las connotaciones religiosas, sociales y sexuales (al practicarlo desnudos o semidesnudos) que tenía este deporte, junto con la fiesta, apuestas y su influencia en las relaciones amorosas (duelos por el favor de una fémina), llegando a calificar de "inmorales" a los que lo practicaban. Fue a partir de ese momento en que el surf y la danza Hula fueron duramente reprimidas y como consecuencia, la práctica y la ancestral tradición sufera fueron cayendo en el olvido.
Muchos años después de esta dura represión, surgieron círculos de intelectuales hawaianos, que al ir recopilando su propia historia fueron encontrando que en los acontecimientos diarios, tanto prácticos como mitológicos, el surf estaba presente en cada momento. Uno de los intelectuales , escribió con gran detalle sobre los distintos tipos de madera que eran empleados en la construcción de tablas y la diversidad de formas que adoptaban dependiendo del tipo de ola que se pudiera cabalgar. Pero, a pesar de este nuevo resurgir del surf, hasta que no aparecieron escritos de algunos autores de renombre fuera de las fronteras de Hawaii, el surf continuaba condenado al ostracismo. El escritor Jack London fue uno de los que más influyó con su obra "A royal sport: surfing at Waikiki.", además de los escritos realizados sobre "Brown Mercury", surfero, medio hawaiiano y medio irlandés que motivaron la invitación desde California, para realizar la primera demostración sobre el surf fuera de la frontera de Hawaii. George Freeth ("Brown Mercury") permaneció doce años en California y enseñó a docenas de personas a surfear por primera vez al estilo hawaiiano. Freeth murió joven, se dice que a causa de su exhaustivo trabajo como socorrista en las conocidas playas californianas. En su memoria se realizó un busto de bronce que se encuentra en Redondo Beach en cuya placa reza la siguiente leyenda: "El primer surfista en los EE. UU. El joven que recibió el último arte de la Polinesia: el surf".
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